Siempre me he considerado más bien autodidacta. Al salir de la escuela tenía la sensación de no haber aprendido nada. La universidad era caótica y metodológicamente obsoleta. És era la imagen que me hacía. Y que todo lo que había aprendido lo había hecho leyendo. Viajando, también, pero poco, pues yo era poco audaz y más bien pobre. Pero sobre todo hablando con gente, a pesar de mi misantropía.
Con el tiempo todo se relativiza. Hasta la escuela más franquista te proporciona un poco de sistema, aunque sea para negarla y superarla y viajar está al alcance de cualquier joven que realmente se lo proponga (en general, porque las situaciones realmente sórdidas "existen"). Hablar es gratis, por eso hay tanta palabrería, pero si se sabe es uchar y discriminar hay sabiduría en medio del ruido.
El franquismo ha pasado (en general) y tenemos posibilidades de construir una escuela que forme ciudadanos y una universidad que forme profesionales. Aunque eso no signifique automáticamente saberlas aprovechar.
Hoy tenemos, además, infinidad de medios de comunicación que "hablan" por los codos hasta a los más ermitaños. No se puede decir que hacerse una "visión del mundo" no esté al alcance de cualquiera. Ahora empezamos a entrever cómo funciona la mente humana y sabemos que ser tonto en una cosa no nos inhabilita para ser muy agudos en otra. Sabemos que el mundo es finito y en qué medida. Sabemos que la Humanidad es una y diversa. En resumen, deberíamos poder saber qué es lo que podemos entre todos.
No hay excusa para no construir UN mundo colorido de culturas, más allá de los intereses. Prefiero hablar de intereses que de clases sociales. Un marxismo extremo nos llevaba a considerar las clases casi como si fuesen especies animales distintas. Hacer la revolución era someter a los burgueses y "reconvertirlos" (¿como en "La isla del doctor Moreau"?). Ahora sabemos que todos somos de la misma especie homínida y lo único que hay que controlar son los intereses. I eso no se puede hacer tomando un "Palacio de Invierno". Sólo se consigue, creo, fomentando una "visión del mundo" asertiva y solidaria que nos permita vivir a todos (siete mil, diez mil o doce mil millones) en el único planeta que tendremos en milenios.
Y el único instrumento auténticamente revolucionario de que dispondremos será la escuela. Que mis descendientes se sigan considerando autodidactas sería el verdadero fracaso escolar.
Y el único instrumento auténticamente revolucionario de que dispondremos será la escuela. Que mis descendientes se sigan considerando autodidactas sería el verdadero fracaso escolar.