dijous, 12 de juny del 2014

CONSIDERACIONES SOBRE LA HUMANIDAD DE ORIGEN

Si nos pensamos como una Humanidad a partir de los monoteísmos o las religiones éticas, el mundo nos viene dado y poco tenemos que decidir. La Divinidad, el Profeta o el Fundador (Javeh, Muhammad o Confucio) nos tienen creada una identidad inamovible. Somos fieles, sumisos o hijos. Los textos definen lo que se espera de nosotros. La Humanidad tiene un origen en el mundo pero el destino es trascendente. Es decir, fuera del mundo. Definido como mito. Metafóricamente relatado como un máximo.

Pero en realidad, en el mundo de esta Humanidad, todo está abierto. En el sentido de que no hay un proyecto humano común. La solidaridad o el amor constituyen un mandamiento difuso que obliga a cada uno, individualmente. En el proyecto de Humanidad de Origen la responsabilidad colectiva está abandonada en manos de un legislador primigenio. El individuo sólo es responsable de llegar honestamente a ese final predeterminado que no tiene plasmación en este mundo.

¿Que los países no se entienden? No pasa nada, no se llega al cielo por naciones. ¿Que hay guerra? No importa, la gran paz es trascendente. ¿Que se vive en la opresión? En su momento se hará justicia. ¿Que no todo el mundo acaba encontrando un lugar en el mundo? Al final lo encontrará en el Elíseo Final.

Los máximos representantes de la Humanidad de Origen no pueden hacer más que rezar y clamar por la Justicia prescrita y no cumplida (el Papa) o vociferar contra los traidores a unos principios establecidos más de mil años atrás.

Entre 500 antes de Cristo y 600 después de Cristo ya se había asentado un concepto de la naturaleza humana. Sócrates, Buda, Confucio, Jesucristo, Muhammad nos lo aclararon. Pero las condiciones de la evolución humana en el planeta no eran previsibles en aquellos momentos. El común de la población no tenía condiciones de responsabilidad, condiciones de auténtica Humanidad. A mi entender, la auténtica Humanidad reside en la Filosofía. Sólo ahora, por la alfabetización, por las comunicaciones, por la escolarización puede entreverse un futuro en que ser humano y ser filósofo puedan ser sinónimos.

Tal vez será el momento de volverse hacia la Humanidad de Destino.